Parece ser que en el mes de marzo de 1807, a tan sólo unos meses del establecimiento de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, aparecen las primeras noticias que relacionan la Semana Santa con Torrevieja. Sirviéndonos de lo publicado en 1983 por don Francisco Sala Aniorte, fue un familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Murcia, don Antonio Blasco y Viudes, el que dona una imagen de la Soledad que adquirió en Valencia, así como costea su altar y otras obras de la mencionada Iglesia. Es por tanto la primera referencia que indica que dicha imagen de la Soledad fue procesionada por las calles de aquella pequeña villa. Años más tarde, en 1814, don Juan Bosco, quien desempeñaba el cargo de capitán del puerto, regala varios lienzos con diferentes imágenes sagradas, entre ellos uno de la Dolorosa, y seis años más tarde se colocaron nuevas estampas, con sus correspondientes marcos y cruces para las estaciones en el ejercicio del vía crucis, al estar las primitivas deterioradas.
Torrevieja no quiso quedarse atrás del resto de poblaciones españolas que profesaban el ejercicio del vía crucis, y en la parte norte, la parte más alta de la ciudad, se construyó dicho vía crucis, a expensas del cura párroco de Torrevieja don José Sánchez uno de los pasos y los tres restantes por medio de arbitrios y limosnas, que fue bendecido el primero de abril de 1827 por el padre fray Félix Martínez, del convento de San Gregorio de Orihuela. Para tal acontecimiento se efectuó una procesión desde la Iglesia hasta dicho lugar, que como recordatorio a la crucifixión de Jesucristo pasó a llamarse «El Calvario». En ella tomaron parte el clero y el pueblo en devota rogativa.
En el año 1846 aparecen en los registros municipales gastos para las celebraciones de las fiestas de la Semana Santa. Además de la procesión litúrgica del Domingo de Ramos, se realizan las de Viernes Santo y la Procesión del Encuentro, el Domingo de Resurrección, desfiles que continuaron efectuándose durante el período de tiempo de construcción del nuevo templo de la Inmaculada Concepción (1884-1901).
En el mes de enero de 1903 quedó constituida una sociedad titulada de Semana Santa, que, como su nombre indica, no tenía otro objeto que fomentar y atender el culto exterior de las imágenes que tomaban parte en dichas celebraciones. Esta asociación estuvo presidida por don Manuel Montesinos, quien tras años difíciles y de escasa participación, en 1907 ve cómo se celebran solemnes y grandiosas procesiones que fueron elogiadas en toda la comarca.
Parece ser que en 1912 tuvieron lugar procesiones que elevaron aún más la categoría de éstas: encabezadas por guardias carabineros con uniforme de gala a caballo, tomaban parte La Convocatoria, compuesta por jóvenes que ensayaban en el almacén del hermano de Ángel «El Primitivo»; La Verónica, propiedad del guardia municipal con el sobrenombre de «El Tonto de las Palas»; La Samaritana, propiedad de doña Rita Mercader, dueña de «El Café de España»; San Juan, de la familia Fortipiani; El Cristo Crucificado, de la familia Ballester; El Nazareno; El Cristo de la Caída; Ntra. Sra. de los Dolores, de las familias Rodríguez, Barceló y Pérez, y El Santo Sepulcro, cuya propiedad recaía en la Corporación Municipal. Todas ellas fueron destruidas en la guerra civil española y existe algo más de información en el libro «Historia de la Semana Santa en Torrevieja».
Al proclamarse la Segunda República en abril de 1931 dejaron de celebrarse todas las procesiones en Torrevieja, incluidas las de Semana Santa.
En el año 1940 se inició un nuevo período de desfiles pasionaloes, a partir de la celebración de la «Procesión de las Mantillas», en la que tomaba parte la imagen de la Virgen de la Esperanza. Igualmente se reanuda la celebración del vía crucis, y es a partir de 1950 cuando vuelven con fuerza las festividades de la Semana Santa, con continuidad, llegando incluso a pedir prestadas algunas imágenes a la ciudad de Orihuela.
Iniciada ya la década de los años sesenta, por diversos motivos, nunca aclarados suficientemente, ni otorgada oficialmente la responsabilidad a personas concretas, se inicia una triste y lamentable debacle, que hizo desaparecer por completo de forma paulatina todas las procesiones y Cofradías, pasando a un olvido tronos, pasos, imágenes, estandartes, etc.
En los años setenta se reúnen diferentes colectivos de torrevejenses con la intención de rescatar de nuevo los desfiles de la Semana Santa. Una persona que ha ido pasando de grupo en grupo ve cómo comienza a consolidarse su idea en mayo de 1981. Don Manuel Díaz Zafra, por su propia iniciativa y con el nimo de hacer una realidad la recuperación de las procesiones de Semana Santa, tras veinte años de desaparición, se echa a la calle para distribuir en comercios y lugares públicos un cartel, rotulado a mano, cuyo texto es el siguiente:
«Se necesitan personas interesadas en recuperar los desfiles procesionales de la Semana Santa. Teléfono 571.13.55.»
Al mismo tiempo, el popular «Manolito Zafra» lo comunica a sus amistades y lo publica en el semanario «Vista Alegre», haciendo pronto en su propia casa, en la calle Orihuela, la primera sede de la nueva Semana Santa.
Manolito se reúne primeramente con don Mariano Montesinos Torregrosa «El Gato» y después lo hace con don Francisco Sala Aniorte. Con ellos entabla las primeras conversaciones sobre el motivo que le lleva adelante y éstos se muestran receptivos. Días más tarde y en una hoja de libreta, Manolito los inscribe como primeros socios de la Semana Santa, a los que se suman don Francisco Reyes Prieto Pérez, don Antonio Pedro Aráez Rubio, don Mariano Montesinos Serrano y doña Mari Cruz Hurtado Torrecillas.
Los primeros encuentros tuvieron lugar en la casa particular de don Mariano Montesinos Torregrosa «El Gato», en la calle del Turco.
Días más tarde son otras personas las que se suman a esta iniciativa. Don Mariano Montesinos Serrano y doña Mari Cruz Hurtado Torrecillas abren las puertas de su casa para efectuar la primera reunión, de la que saldría oficiosamente la firme decisión de recuperar las procesiones. En aquella ocasión junto a los mencionados se reunieron don Francisco Javier Torregrosa Villena, don Emilio Rogel Peralta, doña Ángeles Martínez Berná, doña Lucía Sáez, don Valentín Rodríguez Mercader y don Francisco Gómez Gómez.
Del resultado de esta reunión le fue comunicado al arcipreste don Ricardo Navarro Martínez la idea de crear una asociación para posibilitar la salida de las procesiones al año siguiente. Fue curiosa esta reunión, ya que, sin tener materialmente nada, se hablaba de capirotes que algunos de los presentes habían conocido en las calles y lo más singular, se habló incluso de caramelos.
Pronto se constituye la Junta Gestora, y con fecha 12 de junio de 1981, dicha Comisión Gestora pro-Semana Santa de Torrevieja saca a la opinión pública una nota que literalmente dice:
«Con motivo de la iniciativa de un grupo de personas, afortunadamente numeroso, para efectuar un relanzamiento de los desfiles procesionales de la Semana Santa, de lo que ya puede haber llegado eco a su conocimiento, nos servimos de la presente para invitarle y rogarle encarecidamente su asistencia a la reunión que se va a celebrar con este motivo el próximo miércoles 17 del corriente, a las 21,30 horas de la noche, en los locales del Grupo de Empresas Salinas de Torrevieja. Confiamos en su presencia. Agradecidos de antemano.»
Aquella reunión fue ciertamente la primera que iría finalmente abocada a una mayor seriedad, gracias a la ilusión de los convocantes y al mismo tiempo por la acogida grande de personas que asistieron a la misma. Allí los asistentes dieron su primer voto de confianza con el fin de que se constituyera la Junta Mayor de Cofradías y se elaborara su primera Junta Directiva.
Comenzó la campaña de recogida y recuperación de objetos y enseres que quedaban de las anteriores Semanas Santas. Al mismo tiempo, era vital la captación de socios, se aprovechaba cualquier momento y lugar para ello.
Época hizo aquella tarde en el popular «bar de José María» en el que la mayoría de los clientes que se introdujeron salieron convertidos en socios.
Tras la elaboración de unos estatutos, el 12 de julio de 1981, a las 16,30 horas, se constituyó oficialmente la Junta Mayor de Cofradías y se aprobó dicho reglamento.
Con asistencia del arcipreste, en el salón parroquial de la Iglesia de la Inmaculada Concepción quedó establecida la primera Directiva de la Junta Mayor de Cofradías de la siguiente forma:
Director espiritual: don Ricardo Navarro Martínez.
Presidente honorífico: doña Rosa Mazón Valero (alcalde)
Presidente: don Francisco Sala Aniorte.
Vicepresidente: don Francisco J. Torregrosa Villena.
Secretaria: doña María de la Cruz Hurtado Torrecillas.
Vicesecretario: don Antonio Pedro Aráez Rubio.
Tesorero: don Mariano Montesinos Serrano.
Contador: don Francisco Reyes Prieto Pérez.
En representación de las Cofradías fueron los siguientes:
Cofradía del Cristo Crucificado: don Mariano Montesinos Torregrosa.
Cofradía de la Santa Mujer Verónica: doña Ángeles Martínez Berná.
Cofradía del Cristo Yacente: don Francisco J. Torregrosa Villena.
Cofradía del Stmo. Cristo de la Flagelación: don Antonio Pedro Aráez Rubio.
Cofradía de Ntra. Sra. de los Dolores: don Valentín Rodríguez Mercader.
Cofradía de San Juan Evangelista: don Ceferino Hódar Torregrosa.
Cofradía de Ntro. Padre Jesús de la Caída: don Francisco Gómez Gómez.
Si las antiguas naves de la «Química de las Salinas» no hubieran servido como primer techo del renacimiento de la Semana Santa, las cosas indudablemente no serían iguales. La nueva compañía arrendataria de las Salinas de Torrevieja, muy en particular su jefe de explotación, don José Gómez Velasco, accedieron a la petición de este grupo de jóvenes, cuyas edades oscilaban entre los quince a treinta y cinco años de edad, salvando algunos de los mayores ya citados, que fueron la voz de la experiencia y la credibilidad. Fue allí en la «Química» donde aquel grupo se puso manos a la obra y hasta pocas fechas antes de iniciarse los desfiles, se convirtieron poco más o menos en trabajadores de la Semana Santa salinera. La primera tarde será todavía inolvidable para aquellos que acudieron allí, pues hubo que desalojar gran parte del espacio, ocupado por pesadas cajas que contenían muestras de sal.
Todos y cada uno de los días, mañana, tarde y noche, fuera de los horarios de trabajo, se acudía allí para iniciar el trabajo en cadena: carpintería, pintura, electricidad, mecánica, etc. Se traducía en las personas ya citadas y en otras como don Antonio Aniorte Palaciá «El Negro», don Antonio José Hódar Díaz, doña María Remedios Hódar Díaz, don Manuel Escámez Joda, don Francisco Manzanaro Morales, doña Ana López Ramos, don Bernardo Mínguez Parodi, don Teófilo Paredes Úbeda, don Antonio Conesa Bas, doña María Teresa Conesa Bas y otros.
Los recursos económicos eran inexistentes y las labores del rescate, se alternaban con acciones tan singulares y tan lejanas en nuestros días como la recogida de pan duro, cartones, chatarra y cobre por calles, en el mercadillo de los viernes, en almacenes de empresas, etc.
El primer acto público de la Junta Mayor de Cofradías tuvo lugar el 26 de septiembre de 1981, en lo que se llamó «Gran Festival», celebrado en la terraza del cine «Las Salinas» a las 20,30 horas. Una repentina lluvia de final de verano estuvo a punto de dar con el traste a los esfuerzos por reunir objetos y artistas que trabajaban en dicho acto. Ciertamente las rogativas a Santa Bárbara hicieron su efecto, logrando llevar adelante el mismo, con la presentación de doña Mari Cruz Hurtado y don Antonio Pedro Aráez, interviniendo la Orquesta de Pulso y Púa de las Salinas de Torrevieja, Cantores y Orquesta del Grupo de Empresa de las Salinas, dirigidos por don Ricardo Lafuente Aguado. Ballet con participación de bailarinas locales. Proyección del film «Blanca de Sal y Morena de Soles». Rondalla Infantil de E. G. B., dirigida por don Cecilio Gallego Alaminos. Coral Torrevejense «Francisco Vallejos», dirigida por doña María Isabel Vallejos Planelles, y Unión Musical Torrevejense, dirigida por don Francisco Casanovas Tallardá.
Se ofreció un esmerado servicio de repostería, todo ello elaborado por los propios miembros de la Junta Mayor de Cofradías y se rifó un multitudinario lote de regalos donado por el comercio local.
Cuando caían las primeras hojas de aquel otoño, se hacía llegar hasta aquel grupo una de las primeras decisiones que en realidad respaldarían las ilusiones puestas en todo lo relacionado con la recuperación de las procesiones: don Antonio Bernabé Hernández, «Antoñín el Hojalatero», fundador del paso de Ntro. Padre Jesús de la Caída, cedía a la Junta Mayor las imágenes de Jesús y el Sayón. Ambas las conservaba en un chalet de su propiedad en la Urbanización Monte Zenia, donde tenía proyectado incluso construir una pequeña capilla para dar les culto. Pero aún hubo más: a pesar de la desaparición de la estructura del trono, también guardaba las tallas.
El ebanista torrevejense don Francisco Manzanaro Morales, requerida su colaboración, se puso manos a la obra para, a través de unos planos a escala gracias a la existencia de las tallas, comenzar la reconstrucción del trono de la Caída. Al final éste sería el primero de los pasos que vería la luz y por ello bastantes meses antes de la llegada de la Semana Santa fue expuesto en la nave derecha de la iglesia de la Inmaculada. De manera efectiva, ésta fue otra muestra de la seriedad con que se estaba tratando la cuestión.
Y entre todos los trabajos no podía descuidarse el terreno económico, se abrió la primera cuenta en la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, pues conforme se recaudaba se necesitaba para continuar. Se editaron unas postales que reproducían la imagen de la Purísima Concepción, cuya aceptación, adquirida a la voluntad, fue grande y reportó bastantes ingresos. A todo ello hubo que sumarle posteriormente nuevos festivales, cestas de navidad y pascua y todo lo que se ponía al alcance de la realidad.
Se trabajaba de una forma unánime, todos por igual, compensando los unos por los otros. Este quizá fue uno de los temas más polémicos. El de la creación en realidad de una sola Cofradía, la Junta Mayor. Eran las personas mayores las que no terminaban de comprender el porqué de no tener las Cofradías su autonomía propia. Pero la germinación del árbol iba dando sus frutos.
Los medios de comunicación escritos fueron fundamentales para poder llegar al grueso de la población. El semanario «Vista Alegre» y los diarios provinciales «La Verdad» e «Información», se hacían ecos de las andanzas de este grupo de gentes con una meta trazada, llevando a cada casa el resultado de las nuevas gestiones encaminadas.
Durante todo aquel año, la vida de estas personas y otras más tuvo tres horizontes bien claros. Además de sus hogares, la nave de la «Química» y la casa del matrimonio Montesinos-Hurtado. Allí casi sin darse cuenta les llegó la cuaresma y la convocatoria del primer concurso de carteles anunciadores de la Semana Santa 1982, en el que participaron diez carteles, siendo ganador, don Fulgencio Blanco Cantó, quien obtuvo el premio de 10.000 ptas. en metálico y placa conmemorativa.
La primera petición de ayuda económica efectuada al Excmo. Ayuntamiento de Torrevieja, la firmó como presidente don Mariano Montesinos Serrano, por valor de 250.000 ptas., recibiendo el propio Miércoles Santo, una subvención de 125.000 ptas.
Y llegó la Semana Santa, salió de la «Química» a la Iglesia, y de ella a la calle. Atrás quedaron montañas que parecían hacer imposible lo que era una realidad irreversible. Se vieron por las calles los primeros capirotes, cuyas telas y patrones habían sido obra de la propia Junta Mayor, la que vendió las telas y facilitó a las modistas los patrones. Se bordaron los primeros escudos de las Cofradías en las casas de las bordadoras torrevejenses doña Carmen Pérez Fenoll y doña Dolores Jódar Pérez. Se arreglaron los tronos de flores en las tardes y las madrugadas de aquella primera Semana Santa.
Los apoyos recibidos fueron de todo tipo, pero si hay uno que pueda envolverlos a todos es una partitura. La del «Vía crucis», que escribió don Ricardo Lafuente Aguado, dedicado a la Junta Mayor de Cofradías y estrenado por su agrupación en la mañana del Viernes Santo, con narración de doña Carmen Alarcón y don Ramón Montero.
Cuando se introdujo en la noche del Viernes Santo la imagen de la Dolorosa en el templo de la Inmaculada Concepción, todo estaba ya dicho. Comenzaba una nueva era para las procesiones de Semana Santa en Torrevieja.
Cuando comenzaban de nuevo los trabajos fuertes de cara a la preparación de la segunda Semana Santa de la restauración, a pesar de las dificultades económicas y la ilusión de los miembros de la Junta Mayor, pues aún resonaban los tambores de las primeras procesiones, la Junta Mayor de Cofradías no dudó en reafirmarse a ocupar el lugar que le pertenece dentro de la sociedad local y ante las inundaciones que afectaron a buena parte del Levante y a requerimiento de la entonces alcalde, doña Rosa Mazón Valero, la Junta Mayor de Cofradías puso en marcha toda una serie de actividades. Una campaña de postulación, por medio de distintas mesas petitorias situadas en lugares estratégicos de la ciudad, en las que se recaudaron noventa y dos mil pesetas. También se inició una recogida de alimentos y ropas destinados a la misma causa. Queda en los archivos de la Junta Mayor de Cofradías la carta de pago, con la cantidad mencionada, del Ayuntamiento de Alcira (Valencia), ciudad donde se entregó todo.
Posteriormente, la Junta Mayor de Cofradías se ha destacado por diversas ayudas en diferentes épocas: a la Asociación Hijos de la Inmaculada; a los damnificados del terremoto de El Salvador; a la Asociación A.L.P.E.; a la Asociación Esperanza y Vida; a la parroquia de la Inmaculada, entre otras.
A los pocos meses se inició una de las fórmulas de recaudación que aún hoy son valederas y fundamentales para poder completar cada año los presupuestos de la Semana Santa torrevejense: los bingos de regalos. Precisamente el primero de todos ellos tuvo lugar en el Hotel Berlín, el 14 de noviembre de 1982, con una gran acogida y mejor recaudación. Luego han ido pasando por infinidad de lugares públicos del término municipal, pero son dignos de recuerdo aquellos que se celebraron en la Sociedad Cultural Casino o en el Real Club Náutico.
También en ese mismo mes de noviembre se diseñó el escudo de la Junta Mayor de Cofradías. La idea fue de un gran cofrade y fundador de la entidad, don Antonio José Hódar Díaz, y el dibujo fue de don Francisco Hurtado Soler.
La Semana Santa de 1983 fue la primera en ser abierta por el acto del Pregón. Lo hizo el 19 de marzo, en el salón principal de la Sociedad Cultural Casino de Torrevieja, el inolvidable torrevejense de pro don Juan Mateo García. En aquel acto, que comenzó a las nueve y media de la noche, les fueron entregados pergaminos al cura párroco arcipreste, don Ricardo Navarro Martínez, a su vez director espiritual de la Junta Mayor de Cofradías; a don Pascual García y don Patricio Montesinos Antolinos, como socios honoríficos de la Cofradía del Cristo Crucificado; a don José Gómez Velasco, como presidente honorífico de la Cofradía del Cristo Crucificado, y al propio don Juan Mateo García, como pregonero. En el mismo también intervinieron el presidente de la Junta Mayor de Cofradías. don Mariano Montesinos Serrano; don Antonio José Hódar Díaz y don Francisco Reyes Prieto Pérez.
Aquella segunda Semana Santa puede recordarse como el asentamiento de la idea restauradora de la misma. Una de sus notas destacadas fue el ofrecimiento y posterior participación de los miembros del Radio Club Salinas de Torrevieja (EA5RCT-BOX-222), en labores de coordinación de cada una de las procesiones, junto con los hermanos «Blancos y Negros».
La Semana Santa de la «Química» acabaría pronto. Hubo de desalojar aquellas naves, pasando a distintos lugares todos los enseres de la Semana Santa. Primero fueron unos almacenes de autobuses en la calle San Policarpo; un viejo almacén marinero de la calle Del Mar, y después en la plaza de Oriente, los bajos de un edificio en el que la buena voluntad de su propietario, don Benjamín Marín Garre, totalmente desinteresada, hizo posible que las procesiones subsistieran de una forma ordenada. A todo ello hay que unir los traslados en cada Semana Santa a los almacenes de tableros propiedad de don José Lorenzo Aniorte, que reunían las medidas necesarias tanto de superficie como de puertas para que los tronos de carro salieran desde allí, gracias también a su colaboración inestimable.
Los hermanos, llamados en el interior de la Junta Mayor de Cofradías como «Blancos y Negros», responden a la idea original de su creación, para el mantenimiento y el orden y la continuidad de todas las procesiones, incluido velar por el debido cumplimiento de las normas de respeto que indica la Junta Mayor. Así, además se distinguen del resto de las Cofradías vistiendo una túnica con los colores de la bandera de la Junta Mayor de Cofradías, el blanco y el negro. Los primeros fueron don Mariano Montesinos Serrano, doña Mari Cruz Hurtado Torrecillas, doña María Remedios Hódar Díaz, don Antonio José Hódar Díaz y don Antonio Conesa Bas.
A partir ya de ese momento puede decirse que los desfiles procesionales se han terminado de arraigar entre los torrevejenses y visitantes y adquieren en los días presentes un ambiente de permanente ebullición, que ha permitido, gracias a la magnífica respuesta de los ciudadanos a la llamada de la Junta Mayor de Cofradías.
En el año 1984, todavía solidificándose la recuperación de la Semana Santa, la Junta Mayor de Cofradías fue objeto de galardón, recayendo en ella la más alta distinción social que se concede anualmente en Torrevieja, el Premio «Diego Ramírez Pastor». Al mismo tiempo que la Junta Mayor, lo recibió la ex-alcalde doña Rosa Mazón Valero.
El aquel entonces presidente de la Junta Mayor de Cofradías, don Manuel Escámez Jódar, fue el encargado de recoger la distinción, que llenó de satisfacción y orgullo a todos los cofrades. Sin duda alguna, aquel premio sirvió de acicate para continuar con el engrandecimiento de las procesiones y fue motivo de recordatorio, como hoy, durante mucho tiempo continuado.
El 29 de septiembre de 1986, la Junta Mayor de Cofradías tuvo el gran honor de recibir la aceptación de una propuesta especial que, sin pensarlo dos veces, hicieron hasta la institución más alta del Estado: la Corona. Fue en la fecha referida cuando el presidente de la Junta Mayor de Cofradías recibía la carta documental en la que Su Majestad el Rey Juan Carlos I de España aceptaba ser Hermano Mayor Honorario y Medalla de Oro de la Junta Mayor de Cofradías de la Semana Santa de Torrevieja, honores creados exclusivamente para su persona.
El 6 de abril de 1990, Viernes de Dolores, se convierte, además de ser la fecha en que comienza una nueva Semana Santa, en un día totalmente singular por la llegada de una periodista que se caracterizó siempre por su nobleza y responsabilidad informativa desde El Vaticano (Roma). Doña Paloma Gómez Borrero, además de ofrecer a Torrevieja un Pregón extraordinario, al final del mismo desveló que traía consigo un mensaje y bendición apostólica de Su Santidad el Papa Juan Pablo II a la Junta Mayor de Cofradías y a la ciudad de Torrevieja. El Teatro Municipal Nuevo Cinema, lugar donde ocurrió el hecho, se levantó en pie rompiendo en aplausos que se prolongaron durante minutos.
Con este motivo, la Junta Mayor de Cofradías reprodujo el mensaje para su divulgación en varios miles de ejemplares, así como el 29 de junio, festividad de San Pedro, del mismo año, se ofició en la Iglesia de la Inmaculada una Solemne Misa de acción de gracias a Su Santidad.